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¿Sabemos gestionar el fracaso? fue el título del programa de radio en el que participé el pasado 23 de junio de 2021 dirigido por Víctor Figueroa y Esperanza Calzado dentro de la serie «Y sin embargo se mueve» emitido por UniRadio, la Radio de la Universidad de Jaén.

En este programa, tuve la oportunidad de compartir espacio con mi compañero y amigo de Ideas Poderosas, Manuel Calvillo, y con la también psicóloga, Paula Sánchez. Puedes ver y escuchar el programa pinchando aquí.

Antes de la grabación del programa, Víctor nos facilitó un cuestionario con las preguntas que nos iría proponiendo a lo largo de nuestra conversación y que, finalmente, no pudimos desarrollar en su totalidad por que, ya se sabe, una conversación entre profesionales que disfrutan de su trabajo, da para mucho y el tiempo en la radio es finito.

A continuación, me gustaría compartir contigo algunos apuntes que desarrollé en relación a las preguntas previstas, aunque, sin duda, las respuestas del directo, siempre son más interesantes. Aún así, no quería dejar pasar de compartir estas reflexiones y me encantaría saber qué opinas tú.

Víctor: ¿Cómo podemos definir el fracaso?, ¿qué significa fracasar? (DEFINICIÓN DE FRACASO/FRACASAR)

JLH: Esperas que suceda algo y ese algo no sucede como esperas.

Víctor: ¿Qué connotaciones tiene una definición así? (CONSECUENCIAS DEL ENFOQUE)

JLH: El fracaso es la consecuencia emocional natural de la no consecución de un objetivo, por lo que hay que vivirlo con naturalidad. Las emociones son señales que nos indican qué tenemos que hacer en cada momento. El fracaso es la señal de que algo no ha funcionado como esperábamos por lo que es necesario que nos sintamos mal para reflexionar y determinar qué debemos hacer a continuación.

Víctor: Realmente, ¿fracasamos o no cumplimos con nuestras expectativas? (EXPECTATIVAS)

JLH: Para mi no hay diferencia. La clave está en el tipo de expectativas que tengamos y en el nivel de importancia que le otorguemos y esto va a depender no sólo de la persona (su estilo de personalidad) sino también del contexto (la misma persona en contextos diferentes puede generar expectativas poco funcionales o reaccionar de forma diferente). Yo hablaría de dos variables: Magnitud de la expectativa (alta o baja), es decir la ambición, y la probabilidad de que esa expectativa suceda (alta o baja), es decir realismo:

  • Expectativas poco ambiciosas y con baja probabilidad de consecución: producen apatía, aburrimiento, sensación de no avanzar. Por ejemplo: me planteo como objetivo leerme las obras completas de Carlos Ruiz Zafón. No me va la vida en ello, no es importante para mi existencia, y aunque estaría bien, sé que al final no lo haré porque hay otras cosas más importantes en mi vida. Si dedico demasiado tiempo a pensar en este tipo de metas, en realidad es como ponerme piedras en el camino sin ninguna utilidad.
  • Expectativas muy ambiciosas y con baja probabilidad de consecución: inicialmente pueden tener un punto de romanticismo por el gran reto que suponen, pero la cantidad de recursos que hemos de destinar para el logro seguramente no merezca la pena y, como es bastante probable que no lo consigamos, la frustración está servida. Por ejemplo: yo, con mi edad, y con mis necesidades profesionales, me pongo como objetivo obtener un C1 en inglés. Pues lo mismo es un reto muy chulo y muy interesante, pero probablemente sufra mucho con él y luego para nada.
  • Expectativas poco ambiciosas y con alta probabilidad de consecución: son las que le dan un poco de color a nuestras vidas. Son los retos diarios que vamos superando y que hacen que nos sintamos eficaces y útiles. Ejemplos: diseñar un proyecto, presentar un informe, solucionar un problema, etc. Requieren de nuestra pericia y experiencia y además son asequibles para nosotros. Este tipo de retos nos permiten inyectarnos nuestra dosis diaria de bienestar profesional.
  • Expectativas muy ambiciosas y con alta probabilidad de consecución: son los grandes retos que merece la pena afrontar, que aunque suponen esfuerzo, sacrificio y trabajo, nos otorgan una sensación de satisfacción y bienestar si los conseguimos. Son los grandes retos, vinculados a nuestros intereses y alineados con nuestros valores, son lo que ahora llaman «sueños» y que nos hacen tener sensación de crecimiento e inspiración. Y si no los logramos, nos confrontan para volver a intentarlo. Ejemplo: obtener una titulación académica, aprobar unas oposiciones, casarme, tener un hijo, comprarme un casa, emprender un negocio, etc.
Orientación al éxito

Víctor: ¿Por qué hemos estigmatizado el fracaso como algo que no debemos permitirnos? (LA ESTIGMATIZACIÓN DEL FRACASO)

JLH: El fracaso tiene una doble cara: la parte privada, que es cómo vivimos nosotros la experiencia, y la parte pública, que es el conocimiento por parte de los demás de nuestra dificultad en la consecución de la meta. Probablemente, esa parte pública sea la más dolorosa porque afecta a cómo sentimos que los demás nos ven y puede afectar a nuestra propia autoestima. El temor a la evaluación negativa por parte de los demás generalmente nos avergüenza y en entornos sociales muy críticos, nos pone en el punto de mira, haciéndonos protagonistas de una «fama» que hubiéramos preferido no ostentar al ser señalados con el dedo como «fracasados».

Victor: ¿Sabemos gestionar el fracaso?, ¿cómo podríamos hacer para gestionarlo correctamente? (LA GESTIÓN DEL FRACASO)

JLH: Pues habrá quien lo sepa gestionar y habrá quien no. Yo creo que la mejor forma de gestionarlo es “disfrutarlo”. Creo que voy a tener que explicar esto: el fracaso me va a proporcionar unas emociones de tono negativo: frustración, tristeza, enfado. Emociones completamente normales que me van a poner a cavilar; tras el fracaso necesito pararme y pensar para identificar dónde han estado los errores, reflexionar acerca de cómo afrontar de nuevo la situación si es que fuera posible y si no fuera posible, aceptar la pérdida y enfocar mis objetivos hacia otros retos. La gestión del fracaso es la oportunidad para establecer un plan y tomar decisiones de futuro.

Víctor: Hay quienes piensan que el fracaso es una oportunidad de aprendizaje, ¿es siempre así?, ¿qué debemos hacer para que así sea? (EL FRACASO COMO APRENDIZAJE Y SU RELACIÓN CON LA RESILIENCIA)

JLH: Es una oportunidad que generalmente no aprovechamos porque intentamos rápidamente evitar las emociones de tono negativo que nos genera, y porque no analizamos de manera objetiva y consciente las circunstancias que han rodeado al fracaso. El fracaso lo podríamos analizar como una especie de duelo y, para resolver un duelo, hay que pasar por varias fases entre las que están la aceptación y la proyección al futuro. En este punto, me gustaría introducir la importancia del contexto, porque hay contextos facilitadores y contextos inhibidores. Una buena red de apoyo social; recursos materiales, económicos y de tiempo suficientes; un ambiente o clima familiar, laboral o educativo favorable… todo eso nos puede ayudar a impulsar acciones para incrementar las probabilidades de éxito en la consecución de nuestros objetivos; pero si todo eso falla, las probabilidades de consecución del objetivo serán menores. Un ejemplo: si necesito sacar unas oposiciones pero tengo que trabajar en un puesto con un contrato de mierda y un horario que me ocupa la mayor parte del día, mi pareja está también desempleada y tenemos dos hijos, vivimos en casa de los suegros, etc… En este contexto, las probabilidades de conseguir el objetivo son menores que en un contexto completamente diferente. Puedo ponerle muchas ganas, mucha motivación, pero la realidad es la que es. Así que mucho cuidado con esos mensajes tipo «si quieres, puedes», por la carga de culpa que llevan asociada y por la falta de realismo al no considerar la importancia del contexto.

Víctor: En el ámbito educativo, ¿cómo nos enfrentamos al error?, ¿cómo deberíamos gestionarlo y servirnos de él? (ERROR Y EDUCACIÓN)

JLH: Aprendiendo de él. Podríamos decir que en el comportamiento humano existen inyectores de energía y congeladores de energía. Me explico: Cualquier comportamiento tiene una consecuencia, esa consecuencia puede ser positiva o negativa y es lo que va a determinar la probabilidad de aparición de ese comportamiento en el futuro, pero en esta fórmula, aparece también la emoción, es decir, cómo vivo esa experiencia de resultado positivo y/o negativo. En función de esos tres elementos, puedo inyectar energía, o congelar la energía.

Víctor: ¿Qué mensaje podemos lanzar a nuestra audiencia, especialmente a nuestros estudiantes en relación a este tema? Sin ir más lejos, yo estuve varios años evadiendo los exámenes de determinadas asignaturas por miedo a suspender. En este caso el fracaso está en suspender, lo cual genera miedo e inseguridad. (MIEDO A SUSPENDER)

JLH: Bueno, si no te presentas, ya estás suspenso. Evitar las consecuencias naturales de presentarte a un examen, (entre las que se encuentra la probabilidad de suspenderlo) es evitar la vida. Ese miedo debe convertirse en aliado para hacer lo que tienes que hacer: estudiar, preparar el examen. El miedo nos dice “oye, protégete del peligro”, lo que nos pide el cuerpo es salir corriendo, no presentarnos, pero al no presentarnos dejamos de conseguir lo que para nosotros es importante. Céntrate en tus valores, en lo que es importante para ti y lucha por ello. El consejo sería que hay que ser optimistas estratégicos pero pesimistas tácticos. Es decir, vamos a pensar que somos capaces de conseguirlo (optimista estratégico) pero vamos a actuar como si todo fuera a salir mal para prevenir todos los posibles problemas (pesimistas tácticos).

Víctor: Hay diversas metodologías que recomiendan hacer para avanzar, probablemente fallar y posteriormente poder aprender. Se me ocurren por ejemplo todo lo que tiene que ver con el prototipado y la experimentación con las hipótesis que planteamos cuando estamos buscando validar el modelo de negocio de nuestro proyecto empresarial. Me refiero a la famosa frase de “Fracasa rápido, barato y aprende de ello”. (EXPONERSE A FALLAR PARA APRENDER, MEJOR HECHO QUE PERFECTO).

JLH: El perfeccionismo innecesario es uno de los grandes ladrones de tiempo. Trabajar con prototipos sucios, baratos y rápidos nos ayuda a testear si vamos por el buen camino y a partir de ahí ir mejorando el prototipo. Es lo que en psicología llamamos aprendizaje por ensayo y error que lo convertimos en una técnica que se denomina encadenamiento de conductas y que consiste en ir enlazando conductas muy simples que van a servir de elicitadoras de otras conductas simples y que todas juntas se van a convertir en una conducta más compleja; o en otra técnica como el moldeamiento o método de las aproximaciones sucesivas

Víctor: Las personas exitosas, ¿son felices?, para ser felices ¿debemos ser exitosos? (ÉXITO Y FELICIDAD).

JLH: Obtener consecuencias positivas contingentes a nuestro comportamiento proporciona emociones de bienestar, y si sumamos muchas experiencias de bienestar, finalmente podríamos hablar de felicidad. Aunque, como dice Eduardo Punset en su libro «el viaje a la felicidad», la felicidad está en la antesala de la felicidad. Él usa un ejemplo muy gráfico de esto al observar a un perro cuando el dueño está preparando el bol con comida: salta, ladra, está agitado… la expectativa de comer le proporciona felicidad… casi es una fiesta, pero una vez que se pone a comer, todo es calma.

Víctor: ¿Hasta qué punto el llamado “Síndrome del impostor” tiene que ver con todo esto? (SÍNDROME DEL IMPOSTOR)

JLH: Tiene que ver con el nivel de autoexigencia y sobre todo con la habituación (otro mecanismo de aprendizaje). Cuando alguien ha alcanzado altas cotas de pericia en una actividad, ese comportamiento sobreaprendido no requiere de la persona muchos recursos atencionales ni un esfuerzo extra, con lo cual, no siente que esté haciendo algo importante. Es como aprender a conducir; al principio, todo el esfuerzo es muy satisfactorio y cada hito conseguido (conducir por un determinado camino, hacerlo con un vehículo diferente, etc.) se convierte en un pequeño éxito. Cuando tienes una gran pericia, sientes que ya no es tan importante lo que haces, pero la clave es que si lo haces de forma tan natural es porque has superado todas esas fases, lo que te convierte en experto. «Un experto es alguien que ha cometido todos los errores posibles en una tarea determinada» (Niels Bohr (1885-1962), físico danés y premio Nobel de Física)

Víctor: ¿Hasta qué punto el miedo a fallar nos coarta la creatividad? (FALLAR PARA CREAR)

JLH: Hay una charla TED muy recomendable de David Kelley; fundador de IDEO, empresario, diseñador, ingeniero y profesor estadounidense. Es fundador de la firma de diseño IDEO y profesor de la Universidad de Stanford, que habla justamente de esto. Él habla sobre cómo Albert Bandura, prestigioso psicólogo canadiense y profesor de la Universidad de Stanford, propone la terapia para las fobias específicas través de la técnica de las aproximaciones sucesivas al estímulo temido junto a la prevención de la respuesta de ansiedad, una técnica denominada desensibilización sistemática y cómo los pacientes que superan ese miedo, acaban superando otros miedos y afrontando la vida de otra manera porque generan lo que el llama el sentimiento de autoeficacia, es decir, la creencia de que soy capaz de hacerlo. Esa creencia ayuda a las personas a exponerse a mayor número de situaciones y por tanto a ampliar su rango de experiencias e incrementando la probabilidad de obtener consecuencias positivas por su ejecución. Cuanto más nos exponemos, controlando las variables que ayudan al éxito, más probabilidades de éxito tenemos y esto está estrechamente relacionado con la creatividad.

Las personas con una autoeficacia alta están muy interesadas en las tareas en las que participan, ven los problemas como desafíos estimulantes, experimentan un compromiso elevado hacía sus intereses y actividades, y se recuperan rápido de sus fracasos. Por el contrario, los individuos con una autoeficacia baja o débil: evitan tareas u objetivos desafiantes, piensan que las metas difíciles están fuera de su alcance, e interpretan los fracasos como algo personal.

Esto hace referencia también al denominado “efecto Mateo” que consiste en que quien más tiene, tiende a tener más y quien menos tiene, tiende a tener menos”. Se llama originariamente efecto Mateo por la cita bíblica del capítulo 13, versículo 12 del Evangelio de San Mateo, (que se repite en Mateo 25, 29 y en otros evangelistas hasta en cinco ocasiones) que dice textualmente: “Porque al que tiene se le dará y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, incluso lo que tiene se le quitará”.

NOTA: Para saber más sobre el Efecto Mateo, muy recomendable leer este artículo.

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Algunas de estas preguntas, fueron desarrolladas en la entrevista con una gran maestría por mis compañeros de charla, así que si quieres escuchar más, no te pierdas el podcast o el vídeo.

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